Seguro que muchos de vosotros conocéis a alguien que evita los petardos durante la noche de San Juan, o que separa con el tenedor los diferentes ingredientes de la comida, o que siente náuseas al entrar en una perfumería… Todas estos ejemplos pueden hacen referencia a una hipersensibilidad a estímulos sensoriales del entorno. Por el contrario, hay personas que experimentan justo lo contrario: se balancean constantemente, necesitan ver la televisión con el volumen muy alto, disfrutan con olores y sabores muy potentes, exóticos y poco comunes. En estos casos, hablaríamos de hiposensibilidad a ciertos elementos.
Cada persona posee un perfil sensorial único e individual. Conocerlo nos permite saber cómo procesamos los estímulos sensoriales del entorno, cómo integramos esa información que recibimos desde distintos ámbitos (y que captamos a través de la vista, el tacto, o el olfato, entre otros), y, por último, cómo respondemos a ellos.
El equilibrio sensorial o integración sensorial hace referencia a la habilidad de usar estrategias para organizar la sensación interna y externa, con el objetivo de funcionar con éxito en la vida diaria. Sin embargo, hay personas que enfrentan mayores retos sensoriales, que se sienten excesivamente abrumados ante determinados estímulos o que no tienen suficientes estrategias de autorregulación: se suele hablar entonces de desorden o trastorno del procesamiento sensorial. Es muy frecuente en personas autistas (algunos estudios hablan de una prevalencia de hasta el 90%), y, de hecho, está incluido en el DSM-V como uno de los criterios para el diagnóstico: “hiper o hipo-reactividad sensorial o interés inusual en aspectos sensoriales del entorno”.
Hay que vigilar con calificar como “trastornos” este tipo de procesos, ya que es probable que caigamos en el error de culpar al individuo de todas sus dificultades y de traspasar toda la responsabilidad a él, en lugar de modificar el entorno para que sea sensorialmente agradable.
Umbral neurológico y regulación
Para explicar cómo funciona el procesamiento sensorial, debemos profundizar en un par de conceptos imprescindibles. El umbral neurológico hace referencia a la cantidad de estímulos sensoriales necesarios para que nuestro sistema nervioso reaccione. Si nuestro umbral es bajo en, por ejemplo, el sentido del oído, nuestro sistema nervioso reaccionará más rápidamente ante los estímulos sonoros; puede que nos sintamos abrumados en un centro comercial abarrotado de gente, o que nos asusten mucho los ladridos de los perros. Si, por el contrario, nuestro umbral es alto, es posible que a veces no escuchemos el timbre de la puerta, o que no nos sobresaltemos tanto ante los ruidos de las obras del piso de enfrente, por poner algunos ejemplos.
Por otro lado, debemos tener en cuenta si actuamos o no para contrarrestar ese umbral, es decir, si intentamos regular esa entrada de estímulos de alguna manera. En un extremo encontraríamos la no regulación o la regulación pasiva; por ejemplo, si nos molestan mucho las caricias pero no las evitamos, es posible que más tarde nos sintamos sobreestimulados. En cambio, las personas que actúan para gestionar los estímulos captados por los diferentes sentidos están haciendo una regulación activa; se tapan los oídos ante ruidos molestos, o agitan objetos para buscar, de manera activa, las sensaciones positivas que les aportan los juguetes en movimiento.
Cuatro patrones distintos de procesamiento sensorial
Al combinar las dos variables que acabamos de exponer (el umbral neurológico y la regulación activa o pasiva), surgen cuatro perfiles sensoriales distintos, según el Modelo de Procesamiento Sensorial propuesto por Winnie Dunn. A grandes rasgos, estos perfiles son los siguientes:
- Buscador: estos individuos necesitan una gran estimulación, y buscan de forma deliberada ciertos entornos o situaciones que les proporcionen las sensaciones que les reconfortan. Algunas de las conductas que pueden manifestar son: hablar fuerte, tocar objetos constantemente o probar todo tipo de comidas. Tienen el umbral neurológico alto y una autorregulación activa, orientada a buscar estímulos.
- Evitativo: al contrario de lo que ocurre en los buscadores, las personas evitativas actúan para esquivar o minimizar los efectos negativos de los estímulos que los abruman. Tienen un umbral neurológico bajo y una autorregulación también activa (dirigida a huir o escapar). Es posible que este perfil rechace ciertos tejidos de ropa, evite el contacto físico o decida irse a otro lugar cuando haya demasiada gente a su alrededor.
- Sensitivo: estas personas no evitan los estímulos, pero los sienten con mucha intensidad. Por lo tanto, es probable que se sientan sobreestimuladas o irritables con frecuencia, y que reaccionen de forma intensa cuando les abrumen los estímulos de su alrededor. Por ejemplo, deciden jugar a un juego que les incomoda a nivel sensorial, y, posteriormente, tienen una crisis por la sobreexposición a ese estímulo concreto. Su umbral neurológico es bajo, y su regulación es pasiva.
- Espectador: en este perfil, se combina el umbral alto con la regulación pasiva, es decir, el individuo necesita una gran estimulación para captar las señales del entorno, y, a su vez, no hace nada de forma activa para buscar esos estímulos. Suelen ser personas distraídas o menos conectadas con lo que ocurre a su alrededor (por ejemplo, perciben que necesitan moverse para mantener la atención, pero se mantienen quietas).
¿Para qué sirve el perfil sensorial?
En el caso de los niños, conocer el perfil sensorial puede ser muy útil por varios motivos: nos da información sobre sus puntos fuertes y sus desafíos a nivel sensorial; nos permite descubrir si existe alguna razón subyacente a conductas poco adaptativas o que, a simple vista, parecen no tener una explicación aparente; nos ayuda a trabajar estrategias, con el apoyo de un terapeuta ocupacional y el entorno del niño, y, por último, permite aplicar ajustes en la escuela y en otros espacios para crear ambientes agradables.
En los adultos, además de los beneficios ya mencionados, puede servirnos para pedir adaptaciones concretas en el lugar de trabajo o en el centro de estudios, pero también como herramienta de autoconocimiento para saber cómo autorregularnos, qué estímulos deberíamos evitar para sentirnos mejor, qué objetos o elementos externos nos ayudan a calmarnos, qué pueden hacer las personas de nuestro alrededor para hacernos sentir bien a nivel sensorial. Porque, al final, si adaptamos los entornos y nos apoyamos en nuestra red afectiva, podemos minimizar el impacto negativo de algunos estímulos.
Artículo escrito por Montse Bizarro, de Specialisterne España.
Referencias:
APTC. Intervenciones Terapéuticas en Neurología. (3 de noviembre de 2022). Entendiendo el perfil sensorial desde terapia ocupacional. https://www.aptcc.es/entendiendo-el-perfil-sensorial-desde-terapia-ocupacional/
Consejo General de la Psicología de España. EFPA. Evaluación del perfil sensorial – 2. [Archivo PDF]. https://www.cop.es/uploads/PDF/2017/Perfil-Sensorial-2.pdf
Fundación ASEMCO. Trastorno del Espectro del Autismo. 299.00 (F84.0). DSM 5. Criterios diagnósticos. Traducción de Rubén Palomo Seldas. [Archivo PDF]. https://www.asemco.org/documentos/asemco-dsm5.pdf
Larrad, E. (18 de agosto de 2023). Perfil sensorial: en qué consiste y algunas claves para entenderlo. https://www.elltarysdesarrolloinfantil.com/perfil-sensorial-en-que-consiste-algunas-claves-para-entenderlo/
Torres-Romero, Samanta Beatriz, López Cortés, Vicente Arturo, & Rojas-Solís, José Luis. (2021). TERAPIA DE INTEGRACIÓN SENSORIAL EN EL TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA: UNA REVISIÓN SISTEMÁTICA. Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP, 19(1), 1-19. Recuperado en 31 de octubre de 2023, de http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2077-21612021000100001&lng=es&tlng=es.