Los efectos perjudiciales del ruido sobre la salud física y mental están bien documentados. También repercute negativamente en el rendimiento cognitivo y la memoria. Las investigaciones indican que el silencio, por el contrario, puede ser beneficioso para nuestro sistema nervioso, los niveles de energía y la adaptabilidad general a entornos complejos. Además, ayuda a restaurar y acondicionar nuestra mente para que responda mejor a las exigencias de la vida y el trabajo. En un entorno de trabajo acelerado y exigente, crear oportunidades para el silencio es esencial para recuperar la energía y mejorar la productividad.
El silencio está asociado al desarrollo de nuevas células en el hipocampo, la región del cerebro crucial para el aprendizaje y la memoria. El silencio también es más eficaz que la música “relajante” para estabilizar los sistemas cardiovascular y respiratorio. La investigación sobre oficinas abiertas aporta pruebas abrumadoras de que las desventajas del ruido y la distracción superan los supuestos beneficios, como el aumento de la colaboración.
Culturas de tranquilidad
La creación de culturas organizativas que valoren y den prioridad al silencio y a la seguridad sensorial como parte de la estrategia de inclusión y, en concreto, de neuroinclusión, requiere transparencia y la participación de los empleados. Es importante mantener conversaciones claras y abiertas sobre las expectativas de las normas de empatía y consideración, la conectividad constante, la colaboración y la disponibilidad de espacios para concentrarse en el trabajo.
Estas conversaciones también están relacionadas con cuestiones culturales más complejas, como el nivel de comodidad con el silencio y la importancia de la concentración ininterrumpida y el tiempo disponible para el trabajo en profundidad. A menos que se aborden estas cuestiones culturales más complejas, es poco probable que las organizaciones se centren realmente en la seguridad sensorial.
Durante mucho tiempo, las culturas empresariales occidentales han dado prioridad a ir de reunión en reunión y “parecer ocupadas”, a menudo en detrimento de la productividad real. Centrarse en la productividad y los resultados exige crear entornos que permitan concentrarse en el trabajo. Como mínimo, las organizaciones deben proporcionar espacios suficientes y protegidos para el trabajo en profundidad, separados de las zonas de bullicio.
Algunas tareas son intrínsecamente más estimulantes que otras, y algunas personas necesitan más estímulos que sus compañeros de trabajo. Es importante proporcionar espacios estimulantes para estas últimas, sin perjudicar a las personas y actividades que requieren una concentración tranquila.
A nivel práctico, las organizaciones neuroinclusivas pueden adoptar varias medidas para evitar la sobrecarga sensorial en el lugar de trabajo:
- Identificar posibles desencadenantes. Las organizaciones (con la participación de los empleados neurodivergentes) deben realizar evaluaciones periódicas para identificar los posibles desencadenantes de la sobrecarga sensorial, como niveles de ruido elevados, iluminación no regulable, olores fuertes y espacios de trabajo abarrotados.
- Aplicar controles. Una vez identificados los factores desencadenantes, las organizaciones pueden aplicar controles como la instalación de materiales que absorban el sonido, la reorganización de la distribución de los espacios de trabajo para reducir el ruido, el ajuste de los niveles de iluminación (la instalación de reguladores de intensidad es una práctica que permite un uso flexible y cómodo) y la creación de lugares de trabajo de colores neutros en los que se puedan introducir colores y motivos adicionales con accesorios fácilmente extraíbles. Mejorar la ventilación y garantizar la retirada rápida de la basura puede ayudar a controlar los olores fuertes. La reducción del hacinamiento puede lograrse con una mejor planificación y programación, o con los cambios necesarios en la disponibilidad, asignación y uso del espacio.
- Proporcionar formación y educación. Los empleados deben recibir formación sobre las causas y los efectos de la sobrecarga sensorial. Los compañeros neurotípicos o sin necesidades sensoriales específicas a menudo minimizan las preocupaciones de las personas sensibles sensorialmente, y hacen afirmaciones como “a todos nos molesta el ruido”, “mi perfume no es tan fuerte” o “necesito mi música para concentrarme”. Es importante comunicar que las necesidades sensoriales son mucho más que preferencias o consideraciones del estilo “todo está en tu cabeza”. Las organizaciones neuroinclusivas garantizan que las normas culturales justas y consideradas (por ejemplo, contener los olores fuertes y escuchar música a través de auriculares) se entienden y se siguen.
- Centrarse en la flexibilidad. Ofrecer horarios flexibles y opciones de trabajo a distancia reduce la necesidad de que los empleados estén en un entorno estimulante durante períodos prolongados.
- Crear entornos seguros para revelar las sensibilidades. Normaliza la aceptación de las diferencias sensoriales y responde a las preocupaciones con atención y consideración.
- Ofrecer adaptaciones. Ofrece adaptaciones a los empleados con sensibilidades sensoriales, como iluminación regulable, espacios silenciosos, auriculares con cancelación de ruido o trabajo híbrido y a distancia. En la medida en que la naturaleza del trabajo lo permita, pon el mismo tipo de flexibilidad a disposición de todos los empleados.
La creación de un entorno más favorable sensorialmente para los empleados es un aspecto importante de la inclusión. También es probable que aumente la satisfacción en el trabajo y mejore la salud y el bienestar de los empleados, así como la productividad y la retención.
Escrito por para Specialisterne USA.