He trabajado en varios ámbitos, desde el retail hasta la logística y los trabajos de oficina, y siempre he tenido grandes dificultades con las entrevistas. Muchas veces tuve la impresión de que había respondido bien, pero con el tiempo me di cuenta de que me resulta difícil responder preguntas como «¿cómo te ves dentro de 10 años?», o preguntas personales que no están relacionadas con el contexto laboral.
En las entrevistas se suele dar mucha importancia a la expresión facial de la sonrisa, y me doy cuenta de que no tengo una expresión facial especialmente expresiva, muchas veces no sonrío. Esto probablemente se interpreta como desinterés por mi parte, aunque no sea así.
La ropa siempre se considera muy importante en las entrevistas y en los contextos laborales, pero para una persona con autismo algunos tejidos y materiales de las prendas pueden no ser cómodos desde el punto de vista sensorial: pueden causar dolor subcutáneo, ansiedad, malestar, migraña, incomodidad general.
Por ejemplo, yo tengo problemas para usar americanas o camisas, que uso estrictamente holgadas. Las americanas suelen tener una consistencia táctil muy desagradable y en general son prendas rígidas, que crean una sensación de constricción y malestar sensorial extremo. Probablemente, la falta de americana se lea como una falta de cuidado en la vestimenta, pero para una persona en el espectro del autismo puede ser un verdadero problema desde el punto de vista sensorial.
Muchas veces he tenido dificultad con el contacto visual: me cuesta mucho mantener el contacto durante largos periodos, es algo que básicamente me provoca ansiedad y migrañas y me distrae mucho del discurso. Esto también puede interpretarse con varios significados, a menudo negativos: desde «no le interesa», hasta «es cobarde, tiene algo que ocultar».
Además de las dificultades en la fase de entrevista, también existen varios problemas de inclusión en el lugar de trabajo desde un punto de vista ambiental. A menudo los contextos de trabajo son caóticos, ruidosos, hay teléfonos sonando, gente hablando al mismo tiempo, música de fondo y luces de neón. Si estuviera constantemente expuesta a estos ruidos y luces sin ninguna flexibilidad, correría el riesgo de no completar mis actividades laborales o, en cualquier caso, tendría problemas para concentrarme y, ciertamente, sentiría una profunda frustración. Las luces y los ruidos me provocan constantes jaquecas que, sumadas a la frustración, pueden derivar en una sobrecarga sensorial que no me permitiría llevar a cabo satisfactoriamente mi vida laboral.
Recuerdo trabajar en un lugar que tenía luces fluorescentes muy fuertes: vivía con náuseas y dolores de cabeza constantes, muchas veces me sentía desorientada; la frustración de no poder hacer mi trabajo a pesar de mis habilidades y capacidades era agotadora. En esa ocasión pregunté si era posible bajar las luces o cambiar de lugar de trabajo pero me lo negaron y a la larga decidí terminar mi experiencia laboral, a pesar de que el trabajo en sí me gustaba. Desafortunadamente, las condiciones ambientales eran insostenibles y, a la larga, agotadoras para mis características sensoriales.
Creo que unos espacios de trabajo inclusivos para las personas con autismo son una gran prioridad en el mundo laboral actual.
Las personas con autismo tienen derecho a trabajar como todo el mundo, y a lograr una independencia económica que les permita vivir una vida tranquila. Es muy importante que los entornos sean inclusivos, con una iluminación adecuada y el ruido reducido al mínimo, así como es igualmente importante que las empresas, de cualquier sector, reciban una formación o al menos estén informadas sobre el autismo.
Tengo la impresión de que, además de un personal capacitado, también es necesario un cambio de mentalidad y una mayor apertura a las peculiaridades del autismo, para evitar que sean juzgadas con significados negativos que en su mayoría son el resultado de prejuicios.
Con Specialisterne tuve ayuda desde el principio. Recibí formación adecuada y apoyo constante al mismo tiempo. Por primera vez en mi vida, cuando hice las entrevistas, no me sometieron a preguntas no relacionadas con el trabajo: todas eran preguntas sobre el trabajo, mis experiencias pasadas y mis habilidades.
Seguramente la presencia constante de Specialisterne con su personal especializado sobre el autismo ha hecho la diferencia, haciendo las entrevistas más accesibles, y abordadas por la empresa con una mente más abierta hacia el autismo (esta fue mi sensación).
El apoyo que me brindaron sobre estilos de comunicación me resultó muy útil: funcional tanto para un contexto laboral como para las relaciones interpersonales.
Cuando me uní a la empresa, noté una gran diferencia con respecto a mi experiencia laboral anterior: la flexibilidad. Por flexibilidad me refiero a algo en un sentido amplio: desde la ropa, a las horas de trabajo, a la posibilidad de trabajar desde casa. Parecen cosas triviales, pero para una persona con autismo no lo son en absoluto.
En ocasiones el ritmo de trabajo puede ser intenso, como en cualquier ámbito. Fue útil tener a Specialisterne a mi lado para encontrar un plan organizacional para administrar los ritmos de trabajo y el estudio paralelo para una certificación muy importante. Poder hablar libremente con los coaches y con los managers de la empresa sobre estos aspectos, fue tranquilizador y sumamente emocionante, porque siendo autista me parece increíble poder hablar y encontrar soluciones juntos; mis experiencias pasadas me habían enseñado que esto no era posible.
También pude aprobar un examen importante y obtuve la certificación de Salesforce. Este sin duda ha sido un gran resultado para mí, pero al mismo tiempo sé que el apoyo constante del coaching semanal que brinda Specialisterne ha sido de vital importancia y ciertamente es lo que me ha permitido llegar a tener un trabajo justamente remunerado, donde yo también soy valorada; es fundamental a nivel personal, para la autoestima y la independencia.